Guinness

Sobre héroes españoles anónimos u olvidados: una reflexión y una idea

Amigo Jorge, Cartel_ProfesorMax1

Gracias a esas lanzaderas del turismo espontáneo que son las cajas-regalo, acabé en Brihuega (maravilloso pueblo de Guadalajara) donde tuve la oportunidad de conocer, entre diversos atractivos y monumentos, el interesantísimo museo mundial de miniaturas del profesor Max. Por casualidad, como siempre pasan estas cosas, casi sin querer, acabé hablando con el fundador y director del museo, a la sazón sobrino del mismísimo Profesor Max. La historia de su tío,  Juan Elegido Millán, aunque conocido con el nombre artístico de Profesor Max, es absolutamente  fascinante. Brihuego de nacimiento, su vida da para escribir varias novelas: Juan  fue médico, escritor y lo más importante, mentalista e hipnotizador. Con una maleta viajó por todo el mundo entre los años 40 y 60, especialmente en África y América del Sur, realizando shows de hipnosis. Muy aficionado a las miniaturas (lo único capaz de llevar en cantidad en una maleta según él mismo), fue recopilando baúles y baúles de éstas, que conseguía de las formas más inverosímiles (no tengo palabras sobre la aventura por la que se hizo con la cabeza jibarizada de un misionero blanco), más propias de los grandes exploradores ingleses que de un médico guadalajareño. Consiguió tener la mayor colección del mundo de miniaturas, hoy en manos de sus herederos, entre las que se encuentran varios Record Guiness.

Más allá de que el museo es una auténtica virguería, lo que realmente me inspiró para escribir este post fue la historia absolutamente fascinante e increíble del Profesor Max. ¿cómo es posible que un personaje así, con una vida tan bohemia y apasionante, con tantísimas aventuras y anécdotas inverosímiles sea un absoluto desconocido para la gran mayoría de nosotros? El mero hecho de contemplar los carteles de sus espectáculos es una experiencia indescriptible, éstos desprenden una magia, una ternura y un misterio completamente sobrecogedores. Este «descubrimiento» me hizo reflexionar bastante y me acabó animando a escribir este post; dividido en una reflexión y una idea.

Mi reflexión: Aunque mi conversación con su sobrino fue relativemente breve, no me quedó la menor duda de que su vida no solo daría para un documental de cierto interés, sino para varias novelas o incluso alguna película o serie de televisión. Un mero rastreo breve por la red (esta entrevista que le hacen en ABC en el año 65 es magnífica), demuestra que no solo yo quedé sorprendido por la azarosa la vida del Profesor Max, aunque lamentablemente la información encontrada no va más allá de algunos artículos turísticos o posts en blog menores (lo más relevante son unas palabras sobre él en Cuarto Milenio de Íker Jímenez), una auténtica pena ¿no son por ejemplo un referente mundial los viajes de Phileas Fogg, de Marco Polo o del Dr. Livingstone? Las aventuras en la África Negra de un hipnotizador español de mitad del siglo XX a donde viajaba solo con su maleta coleccionando miniaturas seguro que desprenden un interés, si no histórico, al menos sí novelero o similar. Mi reflexión al respecto, es que en España tenemos una cierta cainita tendencia a no valorar apenas «lo nuestro», a ningunearlo u ocultarlo o en su defecto a subrayar las partes «oscuras» de nuestros héroes y no sus hazañas; cosa que en absoluto pasa en otros países, especialmente los anglosajones, cuya cultura impera, lo que se puede comprobar viendo el enorme impacto que «sus héroes» tienen en los mercados de comunicación de masas (cine, teatro, TV). Su dominio de las herramientas del marketing y la publicidad han hecho el resto. Personas reales como el Capitán Nelson, Benjamin Franklin, el Capitan Cook o Marco Polo, o ficticios como Sherlok Homes o Drácula, son mundialmente conocidos, a ellos se les dedican no pocas calles, plazas o museos, sino películas, obras de teatro e infinidad de novelas, ensayos, libros, series, cómics, rutas turísticas… Aquí sin embargo, me da la sensación que tenemos personajes (de todas las épocas),  que de no haber nacido españoles serían sin duda referentes o héroes en sus respectivos países, ya sea por sus logros intelectuales o bélicos o por lo interesante de sus vidas; y sin embargo quedan poco más o menos que en el anonimato. Se salvan algunos casos puntuales como Cristobal Colón (suponiendo que fuera español), el Cid Campeador, Cervantes, Dalí o Picasso entre los personajes históricos o Don Quijote (quizás también Alatriste) entre los ficticios. Entre esos héroes anónimos u olvidados, me vienen a la cabeza algunos del medievo como Maumónides, héroes bélicos como Blas de Lezo (lee sobre este hombre que su historia es apasionantísima) o El Gran Capitán (no me atrevo a incluir a los conquistadores) y por supuesto grandes aventureros del Siglo XIX y XX  como Alí Bey (viajó antes que ningún occidental por diversos países árabes), el Marqués de Salamanca o el mismo Profesor Max. Entre los ficticios más o menos olvidados no puedo dejar de mencionar al Lazarillo o La Celestina o los Cómics de Zipi y Zape o El Capitán Trueno.

Mi duda es ¿por qué este olvido de estos personajes? lo ignoro y no es ese el fin de este post, pero me imagino que algo habrá tenido que ver la falta de peso internacional de la cultura española en el momento de la eclosión cultural mundial de finales del siglo XX provocada por el cine y la TV, y también quizás a un bienintencionado deseo de no hacer excesivo hincapié en héroes genuinamente españoles para no «chocar» con algunos sectores nacionalistas o quizás a una errónea identificación peyorativa de todo «lo español» con el franquismo. En cualquier caso, el motivo no importa tanto, aunque creo que es un error este olvido, aún se está a tiempo de corregirlo. Estos héroes nacionales, especialmente cuando son referenciados en el ámbito genuinamente local (caso del Profesor Max en su Brihuega natal), son motivo de orgullo entre sus paisanos, despiertan el interés por la historia (por la suya y por su época), son un excepcional instrumento de marketing local y sirven de indudable referencia positiva para generaciones futuras. ¿o acaso no se sienten orgullosos los manchegos de Don Quijote, los malagueños de Picasso o los mostoleños de Iker Casillas?

Esta reflexión me lleva a una idea. ¿por qué no poner en valor este patrimonio histórico y cultural que suponen estos héroes locales españoles, tristemente anónimos y olvidados para que se conviertan en un referente cultural, histórico e incluso turístico o mediático para sus localidades de origen? A mi juicio presentan un potencial enorme.

Lo argumento, en plan cuento de la lechera y tomando como ejemplo al profesor Max, mi inspiración para este post, pero que serviría en líneas generales para cualquier personaje reseñable o notoria de la localidad que quieras. Las miniaturas del profesor Max, ya se han convertido en un atractivo turístico más de Brihuega, con el innegable efecto positivo para el pueblo. Es un negocio más en la localidad, que paga impuestos, crea empleo, cotiza por sus trabajadores,  etc… además de la enorme importancia patrimonial que implica para el pueblo el ser sede de semejante colección de joyas y premios Guinness de miniaturas. Voy más allá del museo y pienso ya en el personaje: el profesor Max. Una vida tan ajetreada, bohemia y apasionante bien se merece un estudio más profundo y detallado, ¿por qué no buscar fondos para investigar más sobre él? No tengo la menor duda que las anécdotas serán infinitas. Para esto se podrían buscar patrocinadores o usar plataformas de crowdfunding. Sigo argumentando, si el profesor Max estuvo de gira durante años por África y Latinoamérica seguro que habrá documentos y escritos sobre su estancia allí, es más, incluso existirán personas aún vivas que le conocieron y que podrían contar y atestiguar sus aventuras en primera persona. Con este material recopilado, bien se podría hacer una biografía completa del profesor, un documental e incluso, por qué no, algunas novelas basadas en sus historias (herramientas como Bubok o Libros.com serían inmejorables) o incluso un serial o película como colofón (o varias). Con la galopante falta de originalidad reinante en el mundo del cine (Spiderman IV, ni se sabe qué versión de Batman llevan ya, Torrente…) actual, y con lo atractivo que es el mundo de la magia en general para la gran pantalla (El Truco Final, El ilusionista…), teniendo en cuenta además que el Profesor Max también fue coétaneo y ¿»rival»? de otros ilusionistas patrios como Alba o Fassman, y el amplio espectro de público para el que está destinado el cine de aventuras, ¿qué mejor guión para una película que uno inspirado en la vida de un personaje real con todos estos ingredientes! ¿sería imposible convencer a algún autor de best-seller como Pérez Reverte o María Dueñas, expertos en novela histórica, que incluyan al profesor Max en alguna de sus obrass o incluso que le conviertan en el personaje principal? yo creo que no, también los escritores más conocidos necesitan personajes magníficos y reales para sus novelas. Todo esto multiplicaría a su vez las posibilidades de marketing para el museo, permitiría convertir al mismo Profesor Max en una marca (¿por qué no vender al estilo vintage sus carteles? son auténticas joyas ¿o llaveros? ¿o copias de sus miniaturas con su marca? ¿o juegos de magia con su nombre? ¿y una escuela de magia?) y de todo esto se beneficiaría en última instancia la ciudad natal del profesor, Brihuega. Se habría creado un producto cultural, turístico y de marketing para una localidad española, con unos pequeños mimbres, simplemente analizando con interés y curiosidad la historia y poniendo en valor la figura y los logros de uno de sus héroes locales. Y no se ha de olvidar que el Turismo es una de las industrias de mayor crecimiento en la actualidad y que son precisamente iniciativas como este Museo, las más diferenciales y difíciles de encontrar en otros lugares.

¿una locura, una ida de olla nocturna? Quizás, pero, en fin, siempre me gustó soñar y pocos proyectos tan bonitos veo como aquellos que se basan en lo genuino y propio de la tierra! 😉

Un abrazo.

Emilio

PD. Qué mejor foto para ilustra este post que uno de esos magníficos carteles de un espectáculo del Profesor Max.