Aprendiendo management con los prusianos

Amigo Jorge,

Siempre me gustaron las revistas corporativas que te ofrecen las aerolíneas (las que lo ofrecen, claro está, que cada vez son menos). En mi opinión, quizás porque es lo que tienes delante una vez en el asiento y mi nivel de exigencia es mínimo, o porque al estar destinado a un público viajero siempre muestran lo mejor de los destinos a los que vuelan (estupendos restaurantes, hoteles de ensueño, los clubs más chics del lugar), pero la realidad es que me transmiten siempre «sentimiento positivo», una especie de «kharma» que te ayuda a afrontar con más ilusión la incomodidad inherente al estar en un vuelo.

Pues bien, en la versión de diciembre de BA me encontré por casualidad con este artículo dedicado a las técnicas de management surgidas dentro de la armada prusiana en el S. XIX, el cual me pareció de gran interés, especialmente al transmitir enseñanzas o principios que, como tantos otros, son de rabiosa actualidad y aplicación al mundo de la empresa en el S. XXI.

En esencia, el artículo enseña cómo los prusianos perfeccionaron una fórmula de dirección estratégica infalible una vez comenzada la batalla, una técnica a través de la cual la victoria no dependería sólo de la genialidad única del estratega comandante en jefe o de las individualidades militares, sino en la creación de una «organización inteligente» en la que prima el conjunto sobre el individuo para llevar al ejército a la victoria. Esta «organización inteligente» al estar interconectada pero con capacidad para actuar con cierta independencia, será tremendamente flexible y se podrá adaptar rápidamente a los cambios que se suceden en la batalla.

La clave para los prusianos es la estrategia, no el plan y todos los soldados, deben ser perfectamente conscientes de esta técnica y ser capaces de funcionar como «una organización inteligente». Sabido esto el líder, comandante, jefe o emprendedor, aplicado ya el ejemplo al siglo XXI debe seguir los siguientes principios:

Decidir lo que realmente importa, tener grabado a fuego que «lo importante es la estrategia, no el plan». Sabiendo cual es el objetivo a largo plazo y transmitiéndolo a toda la organización, la capacidad de ir adaptándose a las circunstancias teniendo siempre en mente ese fin general será mucho más fácil.

– Hacer fluir el mensaje por toda la organización. Siempre en forma de mensajes simples, claros y cediendo responsabilidades a los subordinados. El mensaje emitido por el superior debe decir claramente EL QUÉ QUEREMOS CONSEGUIR pero no QUÉ HACER, y POR QUÉ QUEREMOS CONSEGUIR ESO y no CÓMO HACERLO. Dada la orden, el empleado debe ir informando a sus superiores de la marcha de sus gestiones.

Dar espacio y apoyo al equipo. El objetivo general debe estar siempre en la mente del empleado, pero con libertad para decidir el mejor camino para conseguirlo.  Una libertad suficientemente amplia para que los empleados puedan ser parte activa de la estrategia de la empresa, pero también con límites, con el fin de evitar que una mala gestión de un individuo, pudiera llevar al traste todo el trabajo de la organización.

Leyendo estos consejos, no puedo más que estar de acuerdo, especialmente si lo aplicamos al mundo de la empresa. Me quedo con dos consejos que espero que me acompañen siempre: «lo importante es la estrategia, no el plan» y el directivo «no debe decir qué hacer ni cómo hacerlo, sino qué queremos conseguir y por qué».

Los antiguos prusianos, son el germen de lo que hoy es Alemania; desde luego, más de un siglo después, no podemos decir que les haya ido mal.

Un abrazo.

Emilio

PD. Fotografía cortesía de Yaisog Bonegnasher

Un comentario

  1. Estimado Emilio:

    Sobre lo que resaltas:

    “lo importante es la estrategia, no el plan”
    Y si uno cumple con su plan a pesar de todas las nuevas condiciones que van surgiendo según avanza el trabajo es que carece de flexibilidad. Simplemente hay que saber a dónde se quiere llegar.

    “no debe decir qué hacer ni cómo hacerlo, sino qué queremos conseguir y por qué”
    Totalmente de acuerdo, es difícil, pero siempre intento explicar a los chavales para qué y quién están haciendo el trabajo, ese “por qué” es importantísimo para la motivación y para que sepan a dónde tienen que llegar, qué es lo importante.

    A todas las personas que han trabajado para nosotros siempre les he intentado inculcar una forma de trabajar que resulta muy eficaz y que se puede resumir en que tienen que tener la visión del trabajo completo desde que empiezan. Es decir, para cada proyecto hay un plazo y un grado de desarrollo y es lo primero que uno tiene que tener claro; hay un símil que puede que explique esto muy bien: cuando uno pinta, especialmente modelo desnudo, el cuadro ha de estar siempre terminado, las primeras pinceladas tienen que definir toda la composición y ya llenar todo el lienzo, las siguientes desarrollarán el detalle de la pintura y es bueno que se haga trabajando en todo el dibujo simultáneamente y no por zonas; lo que se consigue es que no te importa cuando el modelo deja de posar, el trabajo está siempre terminado desde el comienzo.

    A los chavales les explico que si se tienen que enfrentar con un proyecto, lo primero que tienen que tener es el índice y así ya tienen el listado completo del trabajo a realizar aunque este guión cambie continuamente y esté vivo durante el desarrollo del trabajo, con esto se consigue una perspectiva de todo lo que hay que hacer y así se pueden programar las tareas en el plazo que se tiene. Lo segundo que les recomiendo es que realicen la maquetación del trabajo, definir el formato, el soporte; y en el fondo, la propia maquetación ya puede ser el proyecto completo y si el cliente te llama ese día para ver cómo va o para que le adelantes la entrega, no vas con las manos vacía. Al respecto de esto bromeo con ellos diciéndoles que si tienen el listado de planos y lo primero que hacen en el ordenador es insertar el formato del papel y poner la carátula del plano, ese plano ya está terminado pues en la leyenda por ejemplo pone “Plano de Cotas” estén o no las citadas cotas, ya se harán luego y se dará el cambiazo, pero el plano se entrega si así lo solicitan.

    Este método también te libra de errores sustanciales en los trabajos, si realizas las tareas por un orden que has creído ser el bueno, si has comenzado por “el principio” y no pasas a las siguientes etapas hasta que crees haber terminado ese capítulo, lo más seguro es que no anticipes muchos de los problemas que te vas a encontrar y alguno puede ser crucial y hacerte volver atrás. Un sencillo ejemplo: si en un proyecto de viviendas te centras mucho en desarrollar las plantas superiores de los pisos, cuando posteriormente intentes encajar el garaje, lo más seguro es que la modulación de la estructura no te sirva.

    Por lo tanto, completamente de acuerdo en que lo importante es saber a dónde tienes que llegar: la estrategia.

    (Esta carta ha sido empezada por los dos primeros párrafos y por el último, podía haber seguido escribiendo durante horas o haberlo dejado ahí.)

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